miércoles, 29 de julio de 2009

HEIDI

HEIDI

Heidi esta callada, mientras su padre le reclama y atormenta como todos los días. Llega a casa ebrio. A veces la golpea, y otras veces empieza a gritar y romper todo lo que encuentre a su paso. Ella no entiende por que le toco ese padre, que de nada le sirve. A veces cuando le sucede algo, como aquella vez que la tomaron de vacilón, corrió directamente a casa, para buscar consuelo en su padre, pero al llegar solo quiere volver a huir. Una vez pensó en morir, y de juego en juego trato de cortarse las venas, no pudo, su dolor era mayor a cualquier tipo de muerte. Odia a su padre, porque nunca le da nada, nunca esta cuando lo necesita, pero siempre está en los peores momentos de su vida para hacer de sus pesadillas algo cotidiano.

Una mañana Heidi cogió su mochila de colegio. Recuerdo la noche anterior, que conversamos, me pregunto que es lo que mas deseaba hacer cuando sea adulto. Yo le dije que viajar. Despertarme una mañana y sin que nada me importara, coger lo que es mío y perderme en el mundo, conocer lugares y gentes de todos sitios. Llegar donde nadie ha llegado. Ella me dijo que cuando decidiera cumplir mi sueño, no me olvidara de pasar por su casa y que me la llevara como si fuera mía. ¿Como si fuera mía? me preguntaba, mientras mi corazón se aceleraba y dejaba de ser un niño. Esa misma noche escuche muchos gritos en su casa. Quise llamar a su puerta, enterarme de lo que pasaba, pero me dio miedo y me quede parado hasta las doce de la noche, en medio de la calle, hasta que mi padre me empezó a llamar. Esa noche no pude dormir, de mi ventana observaba su puerta, esperando que saliera. Las 2 de la madrugada, las 3, las 4 y 20, las 5, las 5:10, 5:20, 5:25, 5:30, 5:35… Por fin se abrió la maldita puerta y la vi venir hacia mi casa, desde mi ventana le dije hola, levanto la mirada todavía llorosa, recuerdo con claridad su enorme pena, sus ojos brillosos, su cuerpecito tembloroso. Me pidió que bajara, que ya era momento de cumplir mi sueño, que la llevara... la mire largo rato y pensaba en que ese día era mi cumpleaños, papá y mamá me tenía muchas sorpresas. Ella seguía insistiendo, yo la miraba y miraba, no dije nada y la deje partir.
Una mañana que no olvidare nunca, cogiste tu mochila la llenaste de la poca ropa que tenías, te quitaste toda el horror que vivías y lo esparciste por toda tu casa. Una mañana que no olvidare jamás, doblaste aquella esquina, antes volteaste, difícilmente sonreíste, me diste un beso volado y te perdiste. Desesperado cogí todas mis cosas como en mi sueño, salí corriendo a darte alcance... no te encontré...camine todo el día en todas las direcciones y nada...
Cada mañana despierto en diferentes lugares y pienso si estarás allí, si te encontrare. Yo también me escape de casa, pero después de cumplir los 18. Quiero llegar a ese lugar donde nadie a llegado, quizás tu me esperas allí, con los ojos llorosos, tu cuerpecito tembloroso, pero feliz de estar lejos de casa y feliz por volverme a ver.

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